22 noviembre 2017
Mi amiga estuvo de visita el otro día. Nos sentamos en la mesa de la cocina y charlamos. “Tienes que ver las fotos que tomé durante nuestro viaje”, dijo.
Me sonreí.
“Ups”, agregó, “siempre me olvido que … bueno … que no puedes ver”.
“Yo también me olvido”, dije con una sonrisa.
Para mí, no tener vista es una forma de vida … en realidad una vida maravillosamente bendecida. Mis días pasan con gratitud y tanto agradecimiento porque puedo oír, caminar, hablar y amar.
Y por esa razón, pensé en compartir mi receta única para esta cena de Acción de Gracias. No me molesta si la copias y la sirves y compartes con tus seres queridos.
- Reúne los ingredientes almacenados en el gabinete de la Palabra de Dios.
- Revuelve grandes porciones de Sus promesas, cucharadas de Su dirección, y guiones de Sus amonestaciones.
- Coloca en un tazón grande varias tazas de compromiso para leer Su Palabra.
- Agrega generosas cantidades de fe para cubrir todo rastro de duda.
- Mezcla, agregando salpicaduras de risa, gozo, diversión y sorpresas inesperadas.
- Hornea en el horno de tu corazón hasta que el triunfo sea dorado.
Y a diferencia del resto del mundo, en lugar de entrar en las puertas del estrés, la tristeza o la ansiedad por los días venideros, “Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre.” (Salmo 100:4)
¿Por qué? “Porque el Señor es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad permanece para siempre.” (Salmo 100:5)
Es tu turno, ¿puedes compartir algunas cosas por las que estarás dando las gracias este año? Me encantaría recibir tus comentarios.
Janet