30 Diciembre 2017
Me paré junto a la mesa llena de mis libros después de dirigirme a un gran grupo en una conferencia de mujeres. Y justo después de autografiar su libro, una dulce dama me apretó la mano. “Cariño, me encantó lo que compartiste sobre lo que te ayudó a superar el dolor que experimentaste,” dijo. “También he conocido la tragedia. Pero la razón por la cuál lo supere es porque Jesús me dio la respuesta. Primero se convirtió en mi consolador. Luego se convirtió en mi consejero. Y Él nunca me dejó. ”
Ahí lo tienes. La sabiduría de un corazón convertido del dolor a la paz. Ella no perdió el tiempo con resoluciones. En cambio, ella aceptó la solución definitiva que la llevaba de día a día, mes a mes y de año a año.
Y a medida que terminamos este año, mientras el mundo se ocupa hablando sobre sus resoluciones de Año Nuevo, demos la bienvenida a la solución de Dios. Es suficientemente poderosa como para cambiar nuestra perspectiva, nuestro corazón y nuestro destino. Él promete ser:
- Nuestro Consolador. Cuando las cargas pesan mucho, Él susurra a nuestra alma: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana” (Mateo 11:28-30)
- Nuestro Consejero. Él nos recuerda, “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6-7)
- Nuestro Capitán. Cuando estamos abrumados por aguas turbulentas de la adversidad, Su palabra se dirige a nuestra alma: “No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas.” (Isaías 43:1-3)
Padre, espero un nuevo año contigo a mi lado. Pueden surgir desafíos, las malas noticias pueden aumentar y los problemas pueden multiplicarse. Pero nada alterará mi seguridad. Confío en tu protección como mi consolador, mi consejero y el capitán de mi barco en el mar de la vida. En el nombre de Jesús, Amén.
¿En cuál solución del Señor puedes contar en este nuevo año?
Janet